el mar mediterráneo,
los niños colaterales
lloran las orillas
y hacen rebosar de sal sus límites.
Un azul intenso
se traga el sangriento pigmento
que añaden los hombres.
Comida para peces,
nutrientes que se traga el firmamento
entre luces de muerte inteligente.
La noche se hace día
y las calles enseñan sus entrañas,
el sumidero del dolor
es bendecido por bombas aliadas.
La comodidad de una civilización
depende del sufrimiento de otra.
Solo queda ponerle nombre
a la nueva barbarie.
Aragüez/VientoDelSur.
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