La mar detiene su oleaje,
los peces renuncian a odiseas,
allí, junto al quebrado faro,
un cuerpo ya es leyenda.
Amanecerá y el sol
dejará brillante tu osamenta
porque nadie reclamará
un alma tan anónima,
tan llena de estigmas y tatuajes.
No habrá iglesia o cofradía
que eleve una plegaria
a quien tanto criticaba
la forma de matar a la inocencia.
Espigará tu piel entre las rocas
y germinará la dura semilla,
como flor de pedernal.
Los versos perennes en el viento
protestan sin cesar la sinrazón,
la pura rebeldía de tus palabras;
La tierra es antesala de lo eterno,
es garganta de pueblos en silencio,
una tumba acolchada de tabúes
poblada por bolsas de miseria
y los hombres se rinden en el opio
sobre el sueño de los siglos.
Debiste teñir de sangre
este podrido infierno
y te suicidaste al arco iris
con tu fugaz sonrisa,
la siempre verdadera en los momentos
en que nos poseímos.
Aragüez/VientoDelSur.
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